Comer por estrés normalmente no alivia el estrés y, si se realiza con frecuencia, puede llevarnos a aumentar de peso. Te presentamos algunas recomendaciones para ayudarte a eliminar este hábito.

Comer por factores emocionales: a todos nos pasa

Muchas personas experimentan la necesidad de comer por factores emocionales de vez en cuando. Puede ser que quieras darte ánimos con un tazón de helado después de un día complicado o robarte algunas papas fritas del plato de tu amigo(a) mientras conversan sobre una cita desastrosa. Pero cuando comer por factores emocionales se sale de nuestras manos, si comer es nuestra primera respuesta ante los sentimientos y pensamientos negativos, es el momento de analizar este comportamiento más a fondo.

¿Qué es comer por estrés?

Comer por estrés o por factores emocionales, es cuando comes para evitar experimentar alguna emoción desagradable o para gestionar esa emoción, con la esperanza de que la comida te haga sentir mejor. A veces es una decisión consciente, pero en la mayoría de las ocasiones solo es una respuesta irracional ante una emoción vaga y negativa. Es posible que no sepas qué es lo que te está molestando, pero tienes la certeza de que la comida es lo que te hará sentir mejor.

¿Se trata de hambre emocional o física?

Estas son algunas formas de distinguir entre el hambre emocional y el hambre física.

• La necesidad de comer por estrés normalmente llega de forma repentina. Comienzas a sentir estrés o tensión y ¡bum!, te dan ganas de comer nachos. Por el contrario, el hambre física tiende a aparecer de manera gradual. Empiezas a sentir hambre, pero puedes esperar a comer, lo cual te da algo de tiempo para elegir con cuidado y satisfacer tu hambre con una elección más saludable.

• Comer por estrés usualmente genera antojos de comida alta en calorías, con mucha azúcar y grasa. Los antojos suelen ser muy específicos (no quieres solo “chocolate”, quieres “una rebanada del pastel de triple capa de crema de chocolate de tu cafetería favorita”). Cuando sientes hambre física, cualquier comida en general te suena bien. Estás en la disposición de considerar varias opciones para satisfacer tu hambre, lo que significa que es más probable que hagas una mejor elección.

• Una vez que tu hambre física queda satisfecha y tu estómago está lleno hasta un punto cómodo, sabes que ya comiste lo suficiente y sueles detenerte. Pero cuando te conducen las emociones, es fácil ignorar lo que te dice tu estómago y lo más probable es que comas demasiado.

• Comer por estrés puede levantarte el ánimo de forma momentánea, pero después puedes sentir vergüenza y culpa. Por otra parte, cuando terminas una comida con la que tu hambre física queda satisfecha, no sueles sentir culpa por haber comido.

 


Recomendaciones para lidiar con las conductas del comer por estrés

• Lleva un diario de alimentación. Un diario de alimentación puede ayudarte a detectar qué es lo que te provoca comer por estrés. Cuando sientas la necesidad de comer, anota qué tanta hambre tienes en una escala del 1 al 10 (1 si tienes demasiada de hambre y 10 si te sientes satisfecho[a]) Después anota cómo te sientes en ese momento.
• Acepta tus emociones. Sabes que las emociones detonan tu necesidad de comer por estrés, entonces, ¿por qué no aceptarlas? Está bien sentirse molesto(a), solo(a) o aburrido(a) de vez en cuando. Los sentimientos pueden no ser agradables, pero no son peligrosos y no siempre necesitas “corregirlos”.

• Trabaja en tus habilidades para enfrentar diferentes situaciones. Cada vez que comes en respuesta al estrés, es tan solo un recordatorio de que no puedes enfrentar tus emociones. Cuando sientas estrés, trata de preguntarte, “¿qué es lo peor que podría pasar si no recurro a comer?” Sí, tu nivel de estrés podría elevarse un poco, pero la sensación pasará. Practica la tolerancia hacia tus emociones o encuentra otras formas de lidiar con el estrés.

• Busca alternativas a comer. Tómate un momento para reflexionar sobre tus emociones y piensa en formas de resolver tu problema. Haz una lista de cosas que puedes hacer en vez de comer; por ejemplo, caminar, meditar o escuchar música.

• Deja el hábito. Las personas que comen emocionalmente refuerzan constantemente la idea de que la mejor forma de tratar las emociones negativas es con la comida. Y, al igual que otros hábitos, el comer por estrés puede suceder sin que te des cuenta. Así que, haz un intento por “dejar” tu hábito y trata de hacer otras cosas que no sean comer cuando tengas un mal día.

• Espera a que pase. Las personas que comen por estrés generalmente sienten el miedo de que su antojo empeore si no satisfacen su necesidad de comer. Sin embargo, cuando ponen en práctica tácticas de espera, a menudo se sorprenden de que el antojo simplemente se les pasa. En lugar de rendirte de forma inmediata ante el impulso, prométete que esperarás unos minutos y dejarás pasar el antojo.

Sé amable contigo mismo(a). Date tiempo para trabajar en tu necesidad de comer por estrés. Si sientes que no estás pudiendo manejarlo recuerda consultar con un profesional de la salud.